dissabte, 18 de juliol del 2015

hielo






El mundo se había quedado mudo. Al menos así me lo parecía, pero también podía ser el silencio de aquellas dunas movedizas que aquel día estaban quietas. Me costó tres días llegar al bosque, un bosque reseco y sediento cuyas hojas estaban sepultadas por la arena que transportaba el aire. Pero aquel silencio continuaba, no se rompió al llegar al bosque, ninguna criatura, ni siquiera el  viento emitía sonido alguno, el mundo se había quedado mudo...llegué a una cueva cuya entrada estaba tapada a medias por el cadáver de una enredadera, y allí me dispuse a pasar la noche, sin más compañía que una fogata y mis pensamientos. Qué espectáculo, el fuego, cómo chisporroteaban las ramas secas, como alumbraba la que iba a ser mi casa aquella noche. Lo que viví lo viví como una alucinación, pero una alucinación más real que mi propio pasado. Cómo la hoguera se transformó, pasando a ser un racimo de llamaradas multicolor, con todos los colores del arco iris, tan brillante que tenía que mirarla prácticamente con los ojos cerrados, para no quedarme ciego con su resplandor. Así pasé décadas, siglos y milenios, pero cuando la fogata se consumió recuperé al momento la noción del tiempo. Y salí de la cueva y el mundo se había transformado en hielo...y caminé hacia el desierto y no hallé más que piedra congelada. ¿Cuanto tiempo había pasado contemplando la hoguera...? Lo intuí cuando miré mis manos, y no hallé más que huesos.







Registrado en Safe Creatives, número de código 1505294195924.
Licencia Creative Commons de Reconocimiento.



10 comentaris:

  1. Un relato alucinante, con final macabro, es realmente sorpresivo el final. Primero haces una descripción de la situación en que se encuentra el protagonista hasta llegar con un desenlace frenético al meollo de la cuestión. Y te preguntas muchas cosas, pero lo que importa como significado, es lo efímera e inconsistente que resulta la vida humana. Antes o después, la muerte siempre nos acecha como un destino infranqueable.
    Escelente micro, te felicito por tu concreción y precisa narrativa.
    Un abrazo

    ResponElimina
  2. Las cenizas de mi propio esqueleto son testigos de la nimiedad de la vida humana, en este planeta tan hospitalario del que abusamos al mal tratarlo, y en no entender que los ciclos de renovación, de glaciaciones y de movimientos del eje rotación no podemos imaginarlos, en nuestra alucinante vanidad.

    Muy buen relato. Buen ritmo. Original y bien pautado. Un abrazo

    ResponElimina
    Respostes
    1. fue escrito este relato con un estado de ánimo muy peculiar, me alegro de haber podido transmitirlo. un abrazo de vuelta, y gracias por tus valiosos comentarios

      Elimina
  3. Tal vez nos esté pasando a todos y todavía no nos dimos cuenta,
    Un abrazo.
    HD

    ResponElimina
  4. Alégrate, has superado el récord del San Ero de Armenteira ése. El monjecillo solo estuvo transido trescientos años, lo tuyo tiene más mérito.
    Abrazos, siempre

    ResponElimina
  5. Demasiado tiempo, sí, pero al menos sus huesecillos te han servido para inspirarte en tan preciosa prosa. Comparto con gusto, querido Alex. Besos y feliz finde :-))

    ResponElimina
    Respostes
    1. gracias por el comentario, Mayte, si a ti te gusta seguro q es buena. un beso

      Elimina