El niño exprimía el pecho blanco, y la ventana contenía a las hojas secas, que dejaban su rúbrica en el fino vidrio, malos recuerdos de la primavera. El viento helado silbaba, con voz áspera y ronca, trayendo consigo lejanos lamentos, quejidos quebrados de lápidas rotas. Gemido impotente de rabia y carencia, la última gota escapó de su boca…pobre defensa la triste cabaña, contra la fúnebre luz de la Luna roja.
El zumbido del arroyo silbaba melodías en el fondo de mi mente. Pisábamos la hierba, sorteando las flores que manchaban el verde; imágenes escuetas, fotos venideras, pies dibujados y pestañas palmeadas. Escenario improvisado, marco insuficiente, para rendir homenaje a una vida restaurada.
Es un nudo en el estómago, una sed insaciable, un conato de abandono, un miedo insuperable. Es un túnel sin rastro de luz al fondo, una invitación a una noche interminable. Es tu rostro mojado, triste, alicaído…congelado, interrogante, perplejo, inalcanzable…es el recuerdo repetido del instante perdido, en que mi rostro era un muro de granito impenetrable. Es una explicación ciertamente inexplicable…tu feliz ignorancia y mi válvula de escape.
El zumbido del arroyo silbaba melodías en el fondo de mi mente. Pisábamos la hierba, sorteando las flores que manchaban el verde; imágenes escuetas, fotos venideras, pies dibujados y pestañas palmeadas. Escenario improvisado, marco insuficiente, para rendir homenaje a una vida restaurada.
Es un nudo en el estómago, una sed insaciable, un conato de abandono, un miedo insuperable. Es un túnel sin rastro de luz al fondo, una invitación a una noche interminable. Es tu rostro mojado, triste, alicaído…congelado, interrogante, perplejo, inalcanzable…es el recuerdo repetido del instante perdido, en que mi rostro era un muro de granito impenetrable. Es una explicación ciertamente inexplicable…tu feliz ignorancia y mi válvula de escape.