dijous, 22 de gener del 2015

Exodus. Dioses, reyes y visionarios

Hola. Vengo hoy a hablaros de "Exodus", la última película del director Ridley Scott.

Con sus tres primeras películas Scott se ganó fama de visionario. Su debut fue "Los Duelistas", película ambientada en las guerras napoleónicas  cuyo tema central es el honor, y que trata de dos oficiales del ejército que van batiéndose en duelo a lo largo de los años. Una película de bellísima factura, con unos exteriores espectaculares, con la que Scott obtuvo crédito para dirigir sus dos proyectos siguientes, "Alien" y "Blade Runner".







"Alien" es una gran película, que podría encuadrarse tanto en el género de terror como en el de ciencia ficción. De nuevo destaca por la espectacularidad de sus imágenes, por los planos de la nave surcando el espacio, aunque luego la acción se convierte en una aventura claustrofóbica, con los astronautas encerrados en la nave y luchando contra su inesperado inquilino. Y qué decir de "Blade Runner"...la obra maestra de la ciencia ficción, de la que ya hablé anteriormente en un post dedicado a este género. La estética de "Blade Runner", sobre todo las imágenes de la superpoblada ciudad, le debe mucho a "Metrópolis", la mítica película de Fritz Lang; hay edificios que se parecen sospechosamente a los de la película alemana, pero eso no resta méritos al depurado sentido de la estética que posee Scott.







Y es que este hombre no rueda películas, pinta cuadros en cada escena. "Exodus" es un festín visual, con unos exteriores magníficos, una reproducción de la ciudad de Menfis que te deja boquiabierto, y unos efectos especiales por ordenador que a cada película que veo parecen ganar en verosimilitud. Realización, eso debe de ser...como me dijo un amigo mío que ha estudiado cine: "No se puede decir que "Blade Runner" es mala, porque das a entender que no tienes ni idea de realización". Eso será, pero no me meteré en aspectos técnicos, se los dejo a gente que domine mejor ese campo.







La carrera de Scott sufrió altibajos después de tan deslumbrante arranque; rodó películas de todo tipo antes de llegar a "Gladiator", como "Legend", del género fantástico, o "Black Rain", un thriller muy digno ambientado en Japón. Alternó grandes éxitos de crítica y de taquilla, como "Thelma y Louise", con sonoros batacazos como el de "1492. La Conquista del Paraíso", tras la cual estuvo cuatro años sin ponerse detrás de una cámara. Pero al fin llegó "Gladiator", con la que arrasó en los Oscars de su correspondiente año.

He de confesar que no he visto "Gladiator", es un error que después de ver "Exodus" voy a tratar de enmendar. Tengo prejuicios hacia esa película desde que escuché que los romanos usan ballestas, un arma que se inventó muchos siglos después. Hollywood tiene estas cosas, a veces se pasan la historia por el mismísimo forro. Pero quizás lo que pasó fue que no quería compararla con "Espartaco", de Kubrick, la mejor peli "de romanos" que se ha hecho o se vaya a hacer nunca.







No me suele gustar el cine comercial, y bien pocas son las ganas que tengo de ver otros filmes de Scott como "La Teniente O'Neil" o "Black Hawk Derribado". Pero es que cómo no va tener Scott una vena comercial, si ha rodado más de dos mil anuncios de televisión...de hecho en "Blade Runner" hace un guiño a esa faceta de su carrera, con el anuncio de una japonesa en una especie de pantalla volante. En todo caso, mi actitud hacia la comercialidad en el arte está cambiando, en parte gracias a Clint Eastwood, capaz de hacer películas que les gustan tanto a los cinéfilos como a los niños de quince años, en parte gracias a García Márquez, mi escritor favorito, que consiguió convertir la alta literatura en best-seller. Quizás sea Scott otro de esos artistas que logran que la comercialidad y la calidad no estén reñidas entre sí.







¿Y cómo no va a ser comercial, si parece el encargado de rodar todas las superproducciones de Hollywood? Es el Cecil B. De Mille moderno, y uso aquí el nombre de De Mille no porque lo conozca bien, sólo he visto una película suya, sino porque, al igual que "Gladiator" es la versión moderna de "Espartaco", "Exodus" lo es de "Los Diez Mandamientos". Un versión moderna que aprovecha los avances de la tecnología en el cine, donde los cocodrilos del Nilo, las langostas, las pirámides y las estatuas parecen tan reales que absorben al espectador y lo transportan a la época de la esclavitud judía en el Egipto de los faraones. Nunca se me había hecho tan corta una película de dos horas y media, y eso pasa cuando el ritmo es perfecto y la historia es buena, una de esas historias que nunca pierden su actualidad y su interés.







En algunos pasajes de "Exodus" se habla de fanatismo y de esclavitud, pero no voy aquí a complicarme la vida. Como leí en un artículo sobre "El Señor de los Anillos": "Difícilmente podemos hallar en estas películas y en la obra de Tolkien paralelismos con la situación actual del mundo, ya que en nuestro mundo cada vez es más dificil saber quiénes son los buenos y quiénes son los malos". Yo diré simplemente que nos tomemos este tipo de películas como lo que son: un  imponente espectáculo, que merece la pena ser visto en pantalla grande. Nada más, me voy a dormir. Besos para todos, y que viva el cine.








dilluns, 19 de gener del 2015

Jardiel. La risa inteligente

“Una de las cosas más innegablemente placenteras es descubrir o asomarse a la vida del otro y si ese otro es uno de los grandes escritores españoles del siglo XX, capaz de arrancarte una carcajada y una lágrima al mismo tiempo, el morbo se convierte en arte.
No es precisamente eso lo que busca Enrique Gallud Jardiel con la publicación de Jardiel. La risa inteligente, una nueva, pero más completa, aproximación de la vida del escritor cómico Jardiel Poncela.
Naturalmente, no es lo primero que se escribe sobre Jardiel Poncela (ni será lo último) pero sí es cierto que hay algo fundacional en este libro difícil de catalogar, un antes y un después en la vida del controvertido, multifacético y talentoso escritor madrileño. En Jardiel. La risa inteligente (Editorial Doce Robles), Enrique Gallud no se propone una mera biografía, una hipérbole de su obra y de su figura, sino que va más allá: ha llenado, curiosamente, la obra con una gran cantidad de citas originales del propio Jardiel, que funcionan como una especie de antología post mortem de Jardiel, muy amena y divertida.
Leer Jardiel. La risa inteligente es como leer a Jardiel, redescubrirlo con su propia voz, en este, nuestro tiempo, en que la risa también es enormemente necesaria.
Para ser profesionales, deberíamos decir que Jardiel. La risa inteligente es, en términos más o menos estrictos, un ensayo que recoge los detalles menos conocidos de la vida de Jardiel (y su de su obra) pero ―me atrevo― esa información funciona casi como un disparador para detenerse, como si fueran estaciones de paso, en esos trabajos que iluminaron la tristeza de su época. En este sentido ―y aunque su autor no se anime a tanto― Jardiel siempre ha funcionado como la consciencia risueña de una España color ala de mosca, que avanzó hacia el futuro arrastrando algunas de las características más conservadores de una sociedad cerrada a los cambios. Jardiel, repito, fue la luz de esa sociedad, la contracara, el blanco sobre el gris, un hombre que, hasta el último momento de su vida, fue golpeado por la vida y ni siquiera entonces perdió su lucidez.
Puedo ―y tal vez deba― decir muchas cosas de Jardiel. La risa inteligente y sin embargo, simplemente festejo, casi como una declaración de principios, que el autor haya rescatado el espíritu íntegro de su abuelo, que Jardiel. La risa inteligente sea una itinerante prolongación de historias, anécdotas, citas y análisis literarios ―brillantes― que logran rememorar el talento y la humanidad del Gran Jardiel de tal manera que el lector se siente levitar, involuntariamente, con una sonrisa en los labios.
Por supuesto que hay más, mucho más. El libro también retoma otros aspectos menos difundidos, como sus muchas y variadas aportaciones al cine, el drama, la novela, etc.
Por último, se me ocurre que la presentación de este libro, lejos de ser una charla entre el escritor y sus lectores, debería ser una fiesta entre amigos, con tarta, alcohol y en el centro de la escena, se celebre, no solo la inmensa figura de Jardiel Poncela, sino la de su nieto y la del editor de Jardiel. La risa inteligente que, pese al humo de tanta mediocridad literaria, se siguen empeñando en hacer de este país un lugar hermoso.”



dissabte, 10 de gener del 2015

las rimas solitarias vol.3







La Luna se desmoronaba
en astillas de hielo,
cubriendo de escarcha
los bordes del camino.

Tu mano se asió
fuertemente a la mía,
buscando asilo
ante la red del miedo.

El bosque entonó
un coro de aullidos,
paisaje congelado
de oscura fantasía...

...lo que ocurrió allí, 
tras la tela de araña,
nos cambió a ti y a mí,
vagabundos del invierno...

...lo que allí aconteció,
tras los piélagos de espinas,
pertenece al mundo corcovado
de los sueños.







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