El chiquillo lloraba y lloraba
en la calle desierta…
ni un alma, ni el
viento aparecía
cuando lo llamabas.
Sólo se oían
murmullos
de escombros,
y golpes pesados
al cerrarse las
puertas.
En algún lugar
una flor se marchita,
y se desata una estampida;
el torbellino llega
al pueblo
y abre todos los
candados,
y el miedo que tiene
secuestrada a la
vida.
Enredado en el viento
llega un alud de
otoño
rojo,
naranja, ocre y
dorado,
del que emerge una
bruja
de cuento,
con sus botas y su
gato.
El niño la observa
sorprendido y
extasiado,
ya no recuerda el
hambre,
ni el furor de los
portazos.
La bruja abre los
brazos
y el niño los usa de
cuna,
durmiéndose al
instante,
recostado en la Luna,
soñando con el nácar
de planetas
extraviados.
Ya en la choza,
ante el agua que
burbujea,
la bruja en el espejo
se va deshojando…
para mostrar al niño,
su faz verdadera,
la faz de una madre
que a la muerte ha burlado.
que a la muerte ha burlado.
Poema a cuatro manos escrito por +Alejandro Vargas Sánchez y por +Isolda Font
Registrado en Safe Creatives, número de código 1406171258223.
Todos los derechos del texto reservados.
Está demostrado, las brujas son los únicos seres que nos pueden salvar. Bueno, también las madres...
ResponEliminaAbrazos, siempre
Brujas de cuento, madres de brazos abiertos.
ResponEliminaUn abrazo. Me gustó este entrelazado o colaboración con Isolda. Buen equipo.
Madres y brujas, ¿Acaso no somos la misma cosa? Isabel
ResponEliminaFelicidades para ambos.
ResponEliminaDe principio a fin es muy bueno.
Engancha y cierra muy bien.
Saludos.
Las madres pueden hacer cualquier cosa con tal de proteger a sus hijos, y si es preciso vestir y pasar por bruja, lo harán sin dudarlo un sólo instante.
ResponEliminaFelicitaciones a los dos por el poema.
Un abrazo!!
así es FG, saludos!
EliminaQué hermosa colaboración. Deja esa buena imagen del empeño conseguido. "La bruja en el espejo se va deshojando..." Me gustó mucho ese final.
ResponEliminaSaludos!