Año 2113. Los tratados en materia de ingeniería
genética en la cumbre de Beijing de 2050 habían creado toda una gama de cruces
genéticos fantásticos, y cualquiera que se diera una vuelta por el planeta
Tierra a día de hoy tendría la sensación de haberse perdido en el rodaje de una
película de Star Wars, o en un planeta fronterizo donde todas las razas de la
galaxia tienen su representación, tales son las extravagantes formas que han
llegado a adquirir los seres vivos de nuestro mundo. Un grupo de ellos, que
trabaja en la construcción de un pozo acuífero al lado de una de las últimas
zonas boscosas del planeta, hace días que está alterado, a causa de la extraña
aparición en el bosque de una criatura extraña, una de las últimas humanas no
modificadas, que suele pasear por las tardes entre las hayas del lugar.
Ansiosos por acabar la jornada laboral, la última hora se les hace eterna, y en
cuanto suena la sirena se reúnen en el sendero que conduce al bosque para
esperar a la “Extranjera”. El primero en divisarla es el Hombre de Gelatina,
una masa blandengue de fluidos azules con un cabezón enorme, que la ve entrar
como de costumbre por uno de los laterales de la arboleda. Los cinco se ponen
en marcha; el Hombre de Gelatina va primero, líder implícito del grupo por ser
el que tiene la cabeza más gorda, seguido del Pulpo Amarillo, experto en
manejar las palancas de la maquina de extracción. Tercero va el Androsauro, que
ejerce de psicólogo laboral, cuarta la Serpiente Trepadora, encargada de
explorar los conductos de ventilación, y por último Escaqueado, un impersonal
personaje de materia dúctil y lilácea al que nadie en la explotación ha
encontrado todavía una utilidad demostrable. Los cinco penetran en el bosque,
siguiéndola a una distancia prudencial. Es un bosque hermoso, el último hayedo
del planeta, donde la luz rebota contra las hojas y juega a dibujar sombras en
el suelo, manchas oscuras que cambian de forma según la dirección del viento.
La chica también es hermosa; tiene el pelo naranja, algo modificada sí que
está, y largo, y se lo recoge en una espesa cola de caballo. Va tranquilamente
vestida con una camiseta azul y unas bragas rosas, hace tiempo que la gente del
planeta no se fija demasiado en esas cosas. Lleva algo bajo el brazo, algo así
como una caja, los cinco engendros llevan días preguntándose qué podrá ser…de
repente ella se detiene, no se ha dado cuenta de que la siguen, ser entes
gelatinosos tiene sus ventajas, se tumba boca abajo en el suelo y abre la
caja…sus perseguidores se asombran, se miran unos a otros asustados, ahora
saben lo que es, es un libro, un libro, han visto libros en películas de época
y en algunos documentales. Cinco largos minutos pasan observándola, todos menos
Escaqueado, que está agachado detrás de un árbol con las manos en la cabeza, y
poco a poco empiezan a hablar entre ellos: “Un libro”, “un libro”, “está
leyendo”, “qué chica tan extraña”, “qué extraña”, “¿está leyendo o en realidad
lo hace ver?”, “qué chica más rara”, “¿se lo preguntamos…?”. Los cinco avanzan
lentamente, temerosos de asustarla, y mientras ella continúa leyendo, ajena al
hecho de que, por vicisitudes de la historia y de las costumbres, se ha
convertido en un bicho raro.
Es un cuento magnífico. Un texto denso y fluido al mismo tiempo. El contenido es muy interesante. Tienes madera de escritor. Enhorabuena.
ResponEliminaMuy imaginativo Alejandro. Una interesante mezcla de fábula clásica, pasada por Moebius y Jodorowsky. Saludos
ResponEliminaCuriosa historia. En el futuro ves a los lectores cómo bichos raros. Pues estaré encantada de ser uno de ellos, solo espero que no me metan en una jaula. Un saludo.
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